Walerian Borowczyk y el porno artístico

Hace unos años, en plena vorágine del cine de superhéroes, con el Universo Cinematográfico de Marvel arrasando en taquilla, Martin Scorsese levantó la voz para clamar contra esas películas. Según el prestigioso director norteamericano, lo de Marvel se parecía más a un parque de atracciones, con muchos trucos y efectos, que al cine de verdad. Entendemos que por cine de verdad se refiere a sus películas, y a las de sus coetáneos más cercanos, como Brian De Palma. Uno podría pensar que Scorsese es un altivo director que solo crea películas por el arte de hacer cine para un grupo muy selecto de espectadores. Sin embargo, hace poco James Cameron realizó unas declaraciones parecidas, aludiendo a la falta de personalidad de los filmes de Marvel. Y hablamos de un tipo que ha sabido hacer muy buen cine de entretenimiento en las últimas cuatro décadas, y ha marcado hitos con Terminator, Titanic o Avatar.

El debate sobre lo que es y no es el cine lleva abierta más de un siglo. ¿Deben las películas enseñar, emocionar o solo entretener? ¿Acaso no ha habido millones de espectadores que se han estremecido en las salas de cine con películas como Vengadores: Endgame, con toda la profundidad que aportaba como fin de ciclo? ¿Quién decide lo que es cine y lo que no? Cuando hablamos de este arte, que lo es, no lo podemos separar, por más que queramos, de su industria, un negocio millonario que busca siempre el mayor rédito posible. Con la persistencia de tres o cuatro grandes majors, y la tiranía casi hegemónica de Disney en cuanto a blockbusters, el cine de autor cada vez lo tiene más difícil a la hora de llegar a las salas. Los productores prefieren apostar por la enésima película de acción trillada que por una historia profunda, bien rodada y con mensaje. O al menos eso es lo que se destila del actual enfado de muchos directores en Hollywood. Más allá de la Ciudad de los Sueños, en todo el mundo se siguen haciendo películas pequeñas que rinden pleitesía al cine como arte, en su máxima expresión. Y muchas han tomado de ejemplo a autores que marcaron un hito hace décadas, como el inolvidable Walerian Borowczyk.

Primeros años en Polonia

Hablamos seguramente de una de las figuras más diferentes y especiales dentro del cine europeo, un tipo que llegó a ser director casi por casualidad. Nacido en Poznah, en 1923, Borowczyk se encaminó muy pronto a potenciar sus aptitudes artísticas. De hecho, estudio Bellas Artes en Cracovia y luego también curso estudios en la Facultad de Artes Gráficas de Varsovia, muy prestigiosa en aquella época.

En los años 50 comenzó a crear carteles para películas de cine, con un estilo muy personal. Sus primeras incursiones en el séptimo arte sucedieron a mitad de aquella década, con pequeños cortos de animación surrealista, en colaboración con otros directores. A finales de los 50 decide viajar a París, y queda prendado de la ciudad y del país, instalándose definitivamente para seguir con sus proyectos artísticos.  

Su paso al cine francés

Cuando Walerian Borowczyk llegó a Francia era un total desconocido para la mayoría del público del país. Había rodado algunos cortos en su Polonia natal, pero no tenía, todavía, la envergadura de gran director. De hecho, tardaría más de una década en conseguirla, mientras iba rodando pequeños proyectos en París. Su primer largometraje, El Teatro del señor y la señora Kabal, era una película ácida y grotesca, también en animación, sobre un matrimonio en el que la mujer se asimilaba a un monstruo mecánico. El estilo de dibujo del artista polaco se mantenía sencillo, como una litografía poco adornada, pero era su manera de contar las historias lo que destacaba. Aquel fue su primer paso para llamar la atención, aunque todavía tendría que esperar mucho más para afianzarse.

Seguiría realizando muchos cortos y proyectos en colaboración con otros directores, a finales de los 60, mientras iba aprendiendo a manejar la cámara para comenzar a grabar en acción real. La animación le había servido, y seguiría sirviendo, para encontrar nuevos caminos a su arte. Al fin y al cabo, era un dibujante antes que cineasta. El estreno de Blanche en 1971 marcó un punto de inflexión para la trayectoria de Borowczyk, al demostrar que podía rodar un largometraje de acción real con gran tino. De hecho, fue capaz de trasladar ese simbolismo tan especial de sus obras animadas a la pantalla, creando una película única. Muchos descubrieron el potencial de la belleza y la forma de contar historias del director polaco con este filme, y no es de extrañar que estuvieran esperando con ansias su siguiente gran proyecto.  

Cuentos Inmorales, su obra más conocida

En 1973, Walerian Borowczyk estrenó la que es, para muchos, su obra maestra. Cuentos Inmorales es una recopilación de varias historias, centradas todas ellas en heroínas históricas, pero con un giro morboso muy  interesante. Y es que el componente sexual ya estaba presente en algunas de sus obras anteriores, pero con Cuentos Inmorales, el director polaco sobrepasó todos esos límites. Tanto es así que en muchos lugares, la película fue censurada por sus escenas explícitas, algo que, por otra parte, ayudó a convertirla en una producción de culto al instante. Borowczyk se encontraba en el sitio y el lugar adecuados para mostrar esa faceta erótica que luego muchos copiarían, un tipo de cinede autor muy simbolista que utilizaba el sexo como una herramienta más dentro de su catálogo.

Tanto es así que algunos han llegado a calificar el cine del polaco como “porno artístico”, si bien las escenas explícitas no son tan fuertes como en el cine para adultos. En Estados Unidos, de hecho, la industria pornográfica ya había despegado, y algunas películas explícitas llegaban a los cines con escenas mucho más fuertes. Sin embargo, Borowczyk había conseguido ese equilibrio entre el morbo, la belleza y el instinto, mostrando a mujeres delicadas en su plena desnudez ante la cámara. Repetiría éxito con La Bestia, en 1975, otro de sus grandes clásicos, también con escenas muy eróticas y subidas de tono, mezclando el sexo con los instintos más animales del ser humano.  

La mezcla de arte, erotismo y porno

A raíz del éxito de Cuentos Inmorales, especialmente en Europa, muchos directores decidieron acercarse a aquella visión artística del sexo y el erotismo, casi plagiando a Borowczyk en muchos de sus planos. El fotógrafo David Hamilton fue uno de los mayores exponentes de ese cine que unía morbo, erotismo y arte en la pantalla, como si estuviera filmando lienzos con chicas jóvenes desnudas.

El recuerdo del director polaco, que siguió trabajando ya con una menor relevancia en los años 80 y 90, sigue vivo hoy en día. De hecho, uno de sus últimos grandes proyectos antes de retirarse fue Emmanuele 5, parte de la mítica saga erótica que el mismo ayudó a inspirar tiempo oatrás. La figura de Walerian Borowczyk sigue siendo ensalzada hoy en día por muchos expertos en el cine de la época, como uno de los iniciadores de esa tendencia de erotismo artístico en los 70.

Publicado el octubre 28, 2022 por Marcelo Vaquero
Marcelo Vaquero
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